sábado, 1 de octubre de 2011


Todo empezó hace cuatro años. Cuando le conocí. El área ventral tegmental de su cerebro empezó a segregar dopamina y neropinefrina en cantidades inusuales cuando estaba conmigo. Estas hormonas estimulantes eran las responsables de una intensa sensación de bienestar, de que el focalizara su atención en mi, de que perdiera el apetito y le costara dormir. También condujeron a un descenso en los niveles de serotonina en su cerebro, creando un estado obsesivo que no le permitía dejar de pensar en mi. Se había enamorado.


Al poco tiempo de empezar a salir apareció un nuevo efecto de este cóctel químico: los altos niveles de dopamina estimulan la producción de la testosterona la hormona responsable del deseo sexual.

Después de una temporada de pasión eso nos unió todavía más , ya que después de cada orgasmo el cerebro segrega oxitocina, la hormona responsable de esa placenentera sensación de bienestar y fusión con el otro que genera profundos lazos de cariño.

Progresivamente la locura del amor romántico se fue transformando en una relación de calma , seguridad, apego, y la química cerebral se volvió a estabilizar. Pero entonces volvió a desaparecer aquella sensación de que solo existía una persona en el mundo. El declive de su relación empezó cuando tuve una aventura. Pensaba que sería solo sexo pero las hormonas me traicionaron.

El sexo sin amor no siempre es posible, muchas veces el aumento de testosterona también conlleva una subida involuntaria de diopamina que enciende inesperadamente el circuito del amor romántico.
No contaba con que me terminaría gustando así que me replantee mi relación y decidí terminarlo.

Nos separamos, pero el no pudo soportar el rechazo que sentía.
Es normal, lo contrario del amor no es el odio sino la indiferencia, al menos neuroquímicamente. Los altos niveles hormonales provocan un estado obsesivo de alteración, celos e ira que va dando paso a la resignación a medida que se estabilizan, y a un estado depresivo si disminuyen demasiado.

Pero lo superó con la mejor terapia: rompió las cartas, mi teléfono , tiro las fotos y evito ir a los sitios que normalmente frecuentábamos , ocupo la mente con distracciones e hizo mucho deporte, hasta conseguir olvidarmey que su química cerebral volviera a niveles normales.

Él ahora piensa que fue una victima de un engaño por parte de su propio cerebro y que en el fondo yo no era la mujer de su vida. No sabe que el cerebro no esta diseñado para buscar la verdad, si no para sobrevivir.

No hay comentarios: